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jueves, 1 de septiembre de 2016

CRÓNICAS DE UN FRIKI XVIII



CRÓNICAS DE UN FRIKI XVIII


 Los juegos de rol; tercera parte.
El lado oscuro. Llega Lord José Carlos Lujan, el Máster.

            Seguimos adelante con Crónicas de un Friki en el apartado de los juegos de rol. Ya expliqué en las entradas anteriores como me inicié en esta afición y cuales fueron mis primeros pasos. Con el devenir de los meses, la afición a los juegos de rol fue aumentando en mi persona, sobre todo al probar otras partidas de diferentes juegos. Pero lo que marcaría esa etapa de mi faceta rolera sería la llegada de José Carlos Lujan, máster entre los máster, el más grande y mejor máster de cuantos han hollado los reinos de la Tierra. Pero antes de hablaros de José, quiero explicaros un poco como eran aquellos turbulentos tiempos perdidos en las brumas del olvido. Estamos en la década de los años 90 del siglo pasado, a principios. Hoy en día es muy difícil de creer, pero los teléfonos móviles, al menos en España, prácticamente no existían y más que nada los utilizaban gente de alto nivel económico y para trabajar. Eran unos auténticos ladrillos, literalmente. En cuanto a Internet, daba sus primeros y balbuceantes pasos, siendo más que nada una curiosidad para unos pocos y sin que se le viera mucha utilidad. No ayudaba mucho a la difusión de Internet que los ordenadores fueran muy caros y que no existiera la tarifa plana, siendo los contratos con las compañías abusivos y muy caros. Para que os hagáis una idea, por entonces pagar un mes de Internet en España era como pagar la tarifa de todo un año en Japón, sólo que en Japón la conexión era mucho mejor y la banda más moderna y ancha. Con esto os quiero decir que si un máster quería buscar información para ambientar mejor su partida, debía buscar la información a la antigua usanza, es decir, investigando y leyendo libros. Los ordenadores portátiles eran caros, raros y grandes, siendo además muy pesados. El formato MS-DOS seguía imperando en los PC y Windows ya tocaba las narices con sus fallos y constantes caídas. En este mundo de caos y tecnología digital incipiente hizo su aparición él…

            El Máster

            Conocí a José Carlos como conocí a prácticamente todos mis amigos por entonces: a través de mi tienda de cómics RIPLEY. Una tarde se pasó por allí, comprobó que tenía un buen surtido de juegos de rol, me compró un par de ellos, charlamos un buen rato y desde entonces, cuando podía, salía de las clases de la universidad y se pasaba por la tienda para hablar conmigo. Me explicó que le gustaba mucho el rol y sobre todo hacer de máster. Le encantaba crear historias, mundos y personajes y luego arbitrar las partidas. Me confesó que prácticamente no pensaba en otra cosa que en partidas de rol y que casi todo lo que leía estaba relacionado con esta afición: libros, manuales, juegos básicos, ampliaciones… Hasta tal punto llegaba su vicio que tanto su madre como su novia le escondían los dados, los juegos y hasta le prohibían en ocasiones salir de casa para que no estuviera por ahí organizando partidas. De nada valió, porque el Máster tenía el rol en las venas y nada le detendría; obedecía a unos mandatos divinos.
            Al enterarse que un pequeño grupo de roleros jugábamos en la tienda los sábados por la tarde, se ofreció como máster para una partida de Aliens. Aquello sonó muy bien puesto que el juego de rol de Aliens no existía en España. Sabíamos de su existencia, pero en inglés y el manual había que comprarlo de importación. El Máster lo poseía, sabía lo suficiente de inglés y para colmo incluso tenía fichas de jugadores ya preparadas que únicamente necesitaban de los retoques finales. Como no podía ser de otra manera, organicé con él una partida en la tienda.

La primera partida con el Máster

            Aquella partida de Aliens fue de las que se conoce como partida para un día o para dos como mucho. Partidas cortas, que sirven de introducción tanto para el rol como para el mundo en el que está ambientado el juego en cuestión y que son muy divertidas por lo trepidantes que suelen ser. Encontré cuatro amigos para jugar y los cinco, junto con el Máster, quedamos una tarde después de cerrar la tienda para jugar. El Máster nos sorprendió apareciendo con su PC portátil, de tonelada y media de peso, donde tenía el juego, fichas, tablas y un montón de enlaces útiles como programas especiales para calcular daños, curaciones, efectos de disparos, etc. Lo dicho, José era un máster sumamente profesional y meticuloso. Pudiera parecer que aquel maniático orden significaba un máster que no dejaría muchas opciones y libertades a los jugadores, pero todo lo contrario. José era maniático para crear las partidas, para crear las fichas o para tener a mano las tablas, pero cuando dirigía dejaba a los jugadores toda la libertad del mundo para hacer lo que quisieran. Premiaba mucho la participación y la interpretación de los jugadores.
            Todo dispuesto, dimos comienzo a la primera partida de Aliens, siendo mi PNJ un sargento chusquero con un eterno puro en la boca. Nuestra misión era ir a una estación minera en un remoto planetucho donde la corporación Weyland-Yutani poseía grandes intereses económicos y empresariales. Todos los jugadores éramos Marines Coloniales, duros y bregados. No sé si meábamos napalm, pero casi. Los informes hablaban de una especie de infestación xeno en la colonia minera y allá que fuimos dispuestos a cargarnos todo lo que no fuera humano (metan a las mascotas en casa).
            La genialidad del Máster se puso en evidencia en esta primera partida. Era descriptivo, entusiasta, te metía en situaciones divertidas simplemente para que nos fuéramos soltando (oh, esa pelea en la taberna) y sobre todo nos dejaba hacer. Pero la cuestión es que todos estábamos esperando una partida de Aliens, por tanto luchar contra estos bichejos (aunque nuestros PNJ nada sabían, claro), y el Máster nos salió con algo totalmente imprevisto y que nos pareció, terminada la partida, algo magistral.
            Llegados a la colonia minera pudimos comprobar que las personas habían desaparecido y que había indicios de lucha por todas partes. Siguiendo unas pistas nos fuimos internando en aquellas gigantescas instalaciones tan grandes como una ciudad y nos encontramos con los problemas. Fuimos atacados por algo que no podíamos ver, apenas detectar, algo que nos fue matando uno a uno a pesar de nuestros esfuerzos por presentar batalla. Finalmente, tras horas de tensa partida, los supervivientes logramos crear una trampa y nuestro invisible enemigo cayó en ella, no sin antes aniquilar a lo que quedaba del grupo de Marines Coloniales. Únicamente quedé yo con vida, el sargento de hierro, y pude descubrir que aquello que nos estaba cazando no era otra cosa que… ¡un depredador! O sea, todos esperando que nos salieran aliens y el Máster nos sorprendió con un depredador. El cazador más letal de la galaxia vino cazando a los aliens y se topó con nosotros y el resto es conocido. Fue una de las mejores partidas de mi vida, aunque mi PNJ también murió, pues el cabronazo del depredador se estaba haciendo el muerto y me atravesó con su lanza cuando me acerqué. Ah, pero antes de morir, y gracias a una magistral tirada de dados, pude accionar la granada que tenía en mi chaleco y volar por los aires llevándome conmigo al infierno al depredador.


¡Más, quiero más partidas!

            Esta no fue la única partida que nos dirigió José. Alucinados con lo bien que lo pasamos, rogamos, amenazamos más bien, a José que nos organizara nuevas partidas. El Máster, que gozaba con esto, nos prometió más diversión. Tuvimos otra partida de Aliens, donde está vez sí, nos las vimos con estos terribles xenoformos. Antológica fue la escena final bajando a todo correr una rampa del espacio puerto perseguidos por la reina alien y disparando a diestro y siniestro. ¡Pero conseguimos acabar con ella!
            Luego vinieron partidas de Mundo Disco, con un mediano que no podía decir la palabra dragón porque cada vez que la decía aparecía uno quemando todo. Y creedme, el miserable ese no hacía más que soltar la palabreja cada dos por tres. Partidas al Rolemaster y más de Aliens. He jugado mucho al rol, con diferentes tipos de máster, diferentes mundos, pero como las partidas de José ninguna. Tengo que decir que las suyas fueron las mejores partidas que he jugado nunca, siendo Oli el único máster, con Vampiro la Mascarada, el que se le puede acercar. José disfrutaba y vivía para ello y se notaba. Todos querían jugar sus partidas, todos querían pasarlo bien, pero por desgracia José no podía atender a todos. Tenía otros grupos de jugadores y sobre todo tenía responsabilidades a las que hacer frente.
            Debido a que dedicaba casi todo su tiempo a pensar y crear partidas, José descuidó la universidad y sus estudios, siendo la primera consecuencia una reducción drástica de las notas. Sus padres y novia, ante el cariz que tomaba la situación, tomaron cartas en el asunto y José no tuvo más remedio que dejar el rol y centrarse en sus estudios. Pero no terminó aquí la carrera del mejor máster de la Historia. Años más tarde, cuando se fundó el club El Ojo del Terror, José apareció por allí y nos arbitró algunas partidas, siendo una de Warhammer 40.000 una de las más memorables. Seguía siendo el mismo: cual Sísifo maldito por los dioses, siempre iba cargado de mochila con notas y juegos y con el PC portátil. Aprobó la carrera y ahora el trabajo le quitaba mucho tiempo, pero prometió solemne que nunca dejaría de ser máster.

            Por desgracia, este tipo de promesas son muy difíciles de cumplir. La presión de la Vida laboral y familiar hizo que un buen día, sin avisar, José desapareciera para no saber más de él. Repito, hablo de un tiempo que tener un teléfono móvil era algo bien raro y no te digo un correo electrónico. Le perdimos la pista y durante décadas no supimos más.
            Hasta que relativamente hace poco tuve noticias de él. Estaba casado, tenía dos hijos y seguía dándole al rol, si bien no con la ferocidad de antaño. Hablamos de quedar, de organizar un grupo de jugadores, pero de nuevo la Vida se entrometió y los planes quedaron diluidos. José sigue soñando con ser otra vez el Máster. Quizás cuando sus hijos sean más mayores tenga más tiempo libre y pueda volver a recrear esos mundos fantásticos y privilegiados que únicamente su mente puede imaginar. Aunque para privilegio el mío, pues pude disfrutar de increíbles partidas y conocer a José.
            Valga esta parte de Crónicas de un Friki como homenaje a todos los máster del mundo.

Consecuencias

            Las hubo. Siendo la principal que, viendo lo divertido que era ser máster, me entrara el gusanillo de arbitrar partidas. De este modo, seguí los pasos de José y me convertí en máster, siendo mi primera partida una del Señor de los Anillos. Siempre intenté ser como José, un máster flexible, divertido y que daba libertad a los jugadores, pero meticuloso e imaginativo con las historias. De la misma forma, también mezclé mundos para crear partidas originales y que sorprendieran a los jugadores. En una ocasión metí aliens en una partida del Señor de los Anillos y fue muy divertido ver lo mal que lo pasaron los jugadores con sus PNJ donde vivieron una autentica partida de terror y magia. Al principio protestaron por la intrusión de los aliens, pero luego reconocieron que fue una de las partidas más angustiosas, imaginativas y divertidas que pudieron jugar en mucho tiempo. En una partida de Vampiro la Mascarada introduje los mundos primigenios de Lovecraft y el resultado fue unos jugadores entusiasmados que se lo pasaron genial. A tal punto llegó mi pericia como máster, que incluso me inventé el juego de rol de La Era Hiborea basado en los relatos de Conan el bárbaro de Robert E. Howard. Para ello utilicé el Señor de los Anillos y el GURPS. Esto fue muchos años antes de que saliera el juego oficial de rol de Conan. Otra consecuencia de haber conocido a José fue que el juego de rol se convirtió, durante un prolongado tiempo, en una de mis grandes pasiones. 

            Pero amenazantes nubarrones se cernían sobre nuestro grupo de jugadores y sobre el rol. En la próxima entrega de estas Crónicas os hablaré de cómo el fin de RIPLEY cómics casi acabó con el grupo de roleros, pero sobre todo os hablaré de un suceso que conmocionó a la opinión pública y que hizo que desde entonces a los roleros se nos colgara la etiqueta de peligrosos. Me refiero al crimen del rol (poner aquí la música de Psicosis). Hasta la próxima.

Continuará…


Si te gustan las Crónicas de un Friki, aquí tienes los enlaces para ir a la primera entrega y la penúltima. Únicamente pincha en los nombres.



También puedes leer:

Son mi iniciación en el mundo del Warhammer 40.000 y digamos una continuación de Crónicas de un Friki a partir del cierre de la tienda.