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domingo, 18 de mayo de 2014

CRÓNICAS DE UN FRIKI V



CRÓNICAS DE UN FRIKI V

Los cómics (o tebeos); cuarta parte.
“Espada en mano… para pisar con sus sandalias los enjoyados tronos de la tierra…”

            Todos los aficionados al personaje de Robert E. Howard sabemos cómo empiezan las Crónicas Nemedias sobre Conan el bárbaro. Si algo caracterizaba los cómics de “La Espada Salvaje de Conan el bárbaro” es que siempre comenzaban con una página en negro con el índice del tebeo, un pequeño mapa y ese inicio de las crónicas de los sabios de Nemedia que decidieron dejar por escrito las andanzas del legendario cimmerio para goce de generaciones futuras. Con ese matiz de “realismo” tan adulto, las aventuras de Conan eran más impactantes y, desde luego, se salían de todo lo relacionado con el género de superhéroes. Decir que la lectura de los tebeos de Conan me cambió la vida es quizás mucho exagerar, pero sí que me aportó muchas cosas que el resto de los cómics no, y entre ellas la de acercarme a las obras literarias de grandes maestros como Robert E. Howard (creador de Conan), H. P. Lovecraft, Edgard Allan Poe, Arthur Machen, Arthur Conan Doyle (de quien se dice Howard se inspiró para poner su nombre al cimmerio). L Sprangue de Camp y tantos otros. Se dice pronto, pero estos escritores me hicieron soñar, ampliaron mi cultura, me nutrieron y educaron y me influyeron decisivamente en mi estilo literario como escritor. A ellos les debo tanto mi estilo como el que me iniciara en mi carrera de escritor. Y todo comenzó con un tebeo de Conan, ya que cuando supe que eran historias basadas en libros no pasaría mucho tiempo hasta que pude leer los relatos de Howard y desde entonces fue seguir una lógica cadena de descubrimientos de otros autores que, o bien fueron amigos en vida del propio Howard, o sus contemporáneos, o autores que tuvieron influencia en Howard; o viceversa. Y es que lo grande que tienen los cómics es que no te limitas a leer sólo cómics, sino que estos te conducen invariablemente a la literatura, a la Historia, al cine, al arte, a la cultura y a engrandecer tu inteligencia y mente. Mas, ¿cómo llegué a conocer los cómics de Conan? ¿Qué ardides del Destino hicieron posible que un niño pudiera leer una historia del bárbaro más salvaje y sanguinario del mundo del cómic?

¡Llega Conan!

            La entrada de Conan en mi vida como lector de tebeos fue bien temprana, y cuando digo temprana me refiero a la edad de entre seis y siete años. Si no he hablado en las anteriores Crónicas sobre Conan es porque me centré más que nada en las colecciones normales y en los superhéroes de Marvel. Las aventuras del bárbaro bien merecen su propia entrada, porque el impacto que me supusieron cambió radicalmente mi gusto por los cómics y me llevaron a ir un paso más allá.
            Lo tengo grabado a fuego en mi mente, los pequeños detalles se me escapan, pero el recuerdo permanece, es vivido, casi reciente, aunque a la vez como si hubiera pasado hace toda una vida, que lo fue. Vivía en Usera, en Francisco Ruiz, ya os he explicado el tipo de barrio que era en Madrid cuando yo era un niño, y no muy lejos se encontraba un ambulatorio de la Seguridad Social donde mi familia se encontraba asignada. Una mañana mi madre me llevó al dentista para extraerme un diente y como era de la Seguridad Social y aquello estaba a reventar de gente (ya por entonces funcionaba igual que ahora), mi madre, para entretenerme, decidió comprarme un tebeo, porque yo con un tebeo, o un libro en las manos, desaparecía y como si estuviera muerto, como ya he explicado en otras entradas de estas, mis crónicas. Había a la entrada del centro un señor mayor, gitano de noble raza, con una manta extendida en el suelo, con un frío que hacía que la gente pasara apresurada al interior del edificio y no se fijaran en la manta, y sobre ella varios tebeos y novelillas del Oeste, de espías o marcianos. En fin, que mi madre me dijo que me pillara el que quisiera siempre y cuando no pasara de las diez pesetas y allá que fui a mirar que podía pillar con tan exiguo presupuesto (es que éramos pobres de verdad). De entre aquellos montones un cómic llamó poderosamente mi atención, rezaba así: “Relatos salvajes presenta: La espada salvaje de Conan, el bárbaro. Sólo para adultos”, de ediciones Vértice. ¿Qué era aquello? ¿Quién era ese Conan que merecía título tan largo y cañero? ¿Y sólo para adultos? Decidí que ese tebeo debía ser mío, pero con diez pesetas la hazaña se antojaba dificultosa.

              Afortunadamente, y porque no había logrado vender nada en toda la mañana, el vendedor me lo dejó por ese precio, pude colar el tebeo a mi madre sin que se diera cuenta de eso de “Sólo para adultos” y pasé a la sala de espera con mi tesoro. De inmediato abrí las primeras páginas (algo arrugadas) y desde un principio me llamó poderosamente la atención: era en blanco y negro, pero no un blanco y negro cualquiera, sino con grises. Y el dibujo muy real, muy impactante: el gran John Buscema en persona entintado por Klaus Janson. El guión increíble de Roy Thomas, cruel, poderoso, luchas, espadas, traiciones, demonios, brujos, magia, chicas ligeras de ropa, cabezas rodando, asaltos rabiosos de pictos, piratas, tesoros, arrgggghhhh… y por encima de todo Conan el bárbaro, audaz, asesino, pero con honor, fiero y fuerte. Una cosa se activó en el interior de mi mente y aunque fuera un niño ya tenía bien claro un pensamiento: “Estos son los tebeos que a mí me gustan”. Con “El tesoro de Tránicos”, adaptación de un relato de Howard, dio inicio mi pasión por Conan. ¡Qué revelación para un crío de escasos años allá en la sala de espera del dentista!

El tesoro de Tránicos. Mi tesorooooo…

            No sé si os habéis leído el Tesoro de Tránicos, uno de los relatos más crueles de Conan, donde va a parar a una jungla junto al mar y a un siniestro castillo donde un señor esconde un oscuro y pavoroso tesoro mientras los pictos asedian la fortificación con intenciones homicidas. Para complicar las cosas, arriban a las costas dos facciones de piratas dispuestos a apoderarse del legendario y rico tesoro de Tránicos, un pirata de leyenda del que se dice desapareció por esa zona. Esto no era como leer un Spiderman o un Superman, no. Aquí el héroe es un tipo que mata, bebe y se lía a conspirar con unos y con otros hasta que se hace con el tesoro, la chica y cumple sus planes aunque para eso la costa se haya tenido que bañar en sangre. No obstante, Conan es el héroe. Y la historia no se corta ni un pelo a la hora de detallar las escenas: cabezas decapitadas, golpes de espadas, pechos voluptuosos de mujeres desnudos, pictos desenfrenados, demonios pavorosos, maldiciones varias… Jo, demasiado para la tierna mente de un crío, pero me supuso conocer otra dimensión diferente de los cómics: aquel que es más para más adultos, diferente, no por eso peor o mejor, pero sí diferente.

            Ese primer cómic de Conan lo leí decenas de veces, hasta que casi me lo supe de memoria, y durante muchos años sufrí por no poder saber la continuación de la historia, con un Conan poseedor de un gran tesoro y dispuesto a volver a Aquilonia para encabezar la rebelión contra el déspota del rey. Ya sabía, por otros cómics, que Conan sería rey por méritos propios, pero desconocía como lo conseguiría. Las páginas del cómic se quedaron amarillas e incluso se alisaron con el paso del tiempo, pues siempre cuidé muy bien ese tebeo y lo guardé con el mayor cuidado posible. Tan bien, que es uno de los pocos tebeos de mi infancia que todavía conservo.

La dificultad de coleccionar los cómics de Conan

            Los tebeos de Conan comenzaron a publicarse, como no, con la editorial Vértice. Tuvo una primera colección de dieciocho números en blanco y negro en aquel famoso formato de “libro”, con portadas bien de López Espí o de otros autores. Luego hubo otra colección que es la ya mencionada Relatos Salvajes, que recopilaba los cómics de The Savage Sword of Conan, junto con material de otras revistas y relatos de Kull y Red Sonja entre otros. Esta colección era muy respetuosa con el personaje de Conan, con las portadas originales y siguiendo la numeración USA, tamaño revista a grapa, pero el precio era algo elevado para la época, setenta y cinco pesetas, que ahora nos puede parecer irrisorio pero para entonces era bastante. Esto me supuso que de ninguna manera podía comprar los tebeos tanto los de formato de libro como los de Relatos Salvajes. Con estas míseras expectativas, mis esperanzas se encontraban en el cambio. El Tesoro de Tránicos lo encontré de esta forma, pero fue un espejismo, una casualidad que apenas se volvió a dar. Era evidente que estos tebeos poseían una calidad increíble y que los coleccionistas no se deshacían de ellos. Mucho me costó volver a tener tebeos de Conan. Alguno logré tener en formato libro y unos pocos que unos amigos o conocidos me dejaran leer, pero en general no pude seguir las aventuras salvajes del cimmerio. Como dije, pasarían años antes de que supiera como continuaba la historia de Tránicos; y sería con un Súper Conan.

            Habría otras colecciones de Vértice, como recopilatorios de La Espada Salvaje o los anuales, pero la siguiente colección vendría de la nefasta mano de Bruguera (ya volveré a esta editorial cuando toque) y de la serie Pocket de Ases. Era una colección en el mismo formato de las de Vértice tipo “libro”, pero a color, con ese horrible color plano de Bruguera y al precio de ciento veinticinco pesetas. No todos los números de esa colección fueron dedicados a Conan, creo que en total fueron cuatro. Era una edición horrible. En ocasiones eliminaban páginas, o retocaban dibujos y lo peor eran los diálogos. Al ser las viñetas más pequeñas, los diálogos eran retocados en formato telégrafo y en general muy absurdos. Fue una muy mala colección. Llegué a leer todos los Conan de esa etapa, pero nunca quise tenerlos para mi colección.
 

De la mano de Fórum

            Sería la editorial Cómics Fórum quien editara los tebeos de Conan en España de manera genial. De su mano llegarían las colecciones de La Espada Salvaje de Conan, Conan el bárbaro, Conan Rey y sus novelas graficas. A precios muy asequibles y con ediciones muy cuidadas y respetuosas con el personaje. En este momento de mi vida fue cuando se inició mi etapa de coleccionista de cómics. Ya con una paga más holgada y más adelante con trabajo pude destinar todos los meses una parte para comprar cómics. Las primeras colecciones de Fórum que me hice fueron Los 4 Fantásticos, Spiderman y Conan el bárbaro. Fuera de mi presupuesto se salieron tanto La Espada Salvaje como los Súper Conan, aunque con el paso del tiempo también cayeron todos en mis manos, junto con Conan Rey y las novelas graficas. En la siguiente entrada de mis Crónicas hablaré de mi etapa de coleccionista, pero no quiero despedir esta entrada dedicada a Conan sin hablar de la especulación que se generó en torno a sus cómics, prueba de lo cotizadísimos y leídos que eran.

El mercado negro de Conan

            Las cifras de venta de sus ejemplares es un secreto que las editoriales procuran que cuanto menos se sepa mejor. Más que nada porque si se conocieran la inmensa mayoría de lectores se llevarían una sorpresa y para mal. Pero no vamos a hablar de esto que no procede. Gracias a que tuve una época en la que poseí mi propia tienda de cómics y a mis contactos, pude saber que la revista Interviú en su momento de mayor popularidad llegó a vender casi veinticinco mil ejemplares mensuales. Durante muchos años fue la revista más vendida en España. Pues bien, La Espada Salvaje de Conan llegó a superar en ventas durante casi más de un año a Interviú (precisamente en una de las peores etapas de La Espada…). Los primeros números tanto de La Espada Salvaje como de Súper Conan, así como la colección “pequeña” Conan el bárbaro, se vendieron y superaron las mayores expectativas de Cómics Fórum. Al principio las tiradas de las colecciones eran más bien pequeñas, así que ese enorme éxito superó a Fórum. Esto tuvo como consecuencia que muchos lectores que se engancharon más adelante a las colecciones del cimmerio (que ya habían aumentado su tirada mensual), a la hora de ir a comprar los primeros números, se encontraran con que no existían ejemplares y ni la propia editorial los tenía en sus almacenes.
           La única manera de encontrar los cómics de los primeros años era irse a tiendas de segunda mano, las librerías especializadas (que por entonces comenzaron a surgir, pero eran muy pocas) o al Rastro de Madrid. Pero dada la mayor demanda y el escaso número de ejemplares disponibles no era raro que surgiera el mercado negro, los listillos y los que se aprovecharon para hacer negocio. Esto hizo que los números atrasados de Conan comenzaran a venderse a precios desorbitados, llegando a encarecerse el precio hasta un 700%, como fue en el caso de los Súper Conan, los más buscados, porque eran unos tomos espectaculares donde te venían cinco o seis números de La Espada Salvaje agrupando sagas, con dibujantes y guionistas increíbles que adaptaron al cómic los mejores relatos de Howard. Si quinientas pesetas de entonces era algo impensable para mi bolsillo (que era lo que te costaban los primeros Súper Conan), no te quiero decir nada cuando iba al Rastro o a una tienda de cómics y me pedían la nada friolera cifra de cinco o seis mil pesetas. Afortunadamente para los lectores, Fórum remedió años más tarde el problema al sacar segundas ediciones de todas las colecciones de Conan, ediciones mejoradas y ampliadas en muchos casos, terminando de esta forma, al menos respecto a Conan, con el mercado negro que se generó a su alrededor.

Mis primeros Súper Conan

            Con todo, tuve suerte y cayeron en mí poder un par de Súper Conan de la primera edición. Uno me lo regaló uno de mis mejores amigos, y fue el tomo donde venía la historia de El Coloso Negro (alucinante) y los primeros números de la colección de Kull el Conquistador, que me engancharon terriblemente a ese otro personaje de Howard. Pero el Destino quiso que un día me encontrara en un pequeño quiosco un Súper Conan muy estropeado, con la portada machacada y alguna que otra página sucia de vete a saber qué. El quiosquero lo vendía muy barato, creo que unas doscientas pesetas, con la intención de quitárselo de enmedio de una vez. Y por allí pasé, descubriendo medio escondido en una esquina el tomo y no creyendo lo que veía. Era el tomo cuatro de Súper Conan, con el título de Conan el renegado. Pero la portada fue lo que más me llamó la atención, pues esa portada ya la conocía muy bien: era la de El Tesoro de Tránicos. Y ese Súper Conan era el que recopilaba la aventura al completo. No os podéis imaginar la alegría que sentí cuando compré el tomo y lo llevé a mi casa. Que emociones surcaron mi mente cuando leí casi con devoción religiosa las peripecias del bárbaro y cuál fue mi dicha cuando por fin conseguí cerrar el ciclo que había iniciado cuando no era más que un zagal.
            Hoy en día sigo coleccionando Conan. Compró los tomos de lujo donde se recopila la colección de Conan el Bárbaro, sigo las colecciones y los tomos del Conan de Dark Horse y no dejo de estar al tanto de nuevas ediciones de los libros de Howard. Conan es un personaje con un principio y un final: sale de su sombría tierra natal, Cimmeria, llega a ser rey por méritos propios en Aquilonia y finalmente desaparece allende los desconocidos océanos. Pero su impacto en mi vida fue tremendo, es uno de los personajes que siempre más me han atraído y las lecturas tanto de sus cómics como de sus novelas, las escritas por Howard y nadie más, raramente me han defraudado. Larga vida al cimmerio de larga melena y adusta mirada, de grandes alegrías y grandes melancolías. 



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