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miércoles, 12 de marzo de 2014

CRÓNICAS DE UN FRIKI IV



CRÓNICAS DE UN FRIKI IV

LOS CÓMICS (o tebeos); tercera parte.
¡Llegan los cómics Marvel!

            Lo cierto es que no tengo un recuerdo claro de cuál fue mi primer tebeo Marvel, ni tampoco la aventura inicial que me enganchó a ese universo particular de superhéroes. Se pierde en los brumosos tiempos de mi infancia entre cientos de otros tebeos, libros y series de dibujos animados. Sé que cuando yo tenía entre ocho y doce años a los frutos secos y quioscos de por entonces comenzaron a llegar, escasamente, una serie de colecciones que se salían de lo habitual. No eran tebeos de Mortadelo y Filemón, Los Pitufos o El Capitán Trueno, no, eran otra cosa muy diferente.
            Esos cómics eran publicados por una editorial conocida como Vértice, que fue la responsable directa de que hoy en día existan cuarentones y cincuentones que todavía sigan leyendo con ahínco los comics de superhéroes y que en España podamos disfrutar de ellos, puesto que Vértice fue pionera en publicarlos. Sus primeros cómics salieron a la venta en 1969 (año en el que vi la luz, o sea, que ya era premonitorio) y con la numeración de Volumen 1. Eran unos tomos de unas ciento veintiocho páginas que no respetaban el formato original del cómic americano y encima en blanco y negro. No sé cuáles fueron las razones para publicarlos de esa manera, se esgrimen varias teorías: para abaratar costes, para intentar atraer a un público más adulto (formato libro en vez de tebeo), para dar mayor seriedad al producto (evitando los colores chillones de los trajes de los héroes)… En fin, muchas posibilidades que tal vez tengan respuesta pero lo cierto es que tampoco pretendo saberlo porque me encanta recordar con cariño y nostalgia esos tomos semejantes a pequeños libros que supusieron toda una revolución. Las colecciones que se pusieron a la venta fueron La Patrulla-X, Los Vengadores, Spiderman, Los Cuatro Fantásticos, La Masa, Dan Defensor (Daredevil), Thor, Capitán América… es decir, los clásicos de Marvel. Vértice estuvo publicando estos cómics hasta el año 1974, cuando pasaron al Volumen 2 respetando el formato original americano pero todavía en blanco y negro. Dado que en España los tebeos Vértice poseían más páginas que los cómics americanos, incluían dos y hasta tres números por ejemplar, esto hizo que pronto alcanzaran la edición americana y se quedaran sin material original que publicar. Supuso esto una pequeña parada para Vértice que lo solucionó volviendo a publicar de nuevo, en su formato original, el Volumen 1 y después el 2, en orden, pero otra vez en blanco y negro. Terminaría publicando en color, pero de esto hablaré un poco más adelante.

Esos tebeos “raros”.

            Cuando comencé a leer los cómics Vértice ya se alternaban en los quioscos ambos volúmenes con los dos formatos. Los señores de los frutos secos donde se vendían y cambiaban los tebeos los colocaban en diferentes montones y además los trataban de diferente forma. Esto era por dos motivos muy claros: el precio y la etiqueta. Los Vértice del Volumen 1, a partir de ahora los llamaremos tomos, valían veinticinco pesetas, lo que era bastante para la época y además poseían un aviso tan ominoso como prometedor. En todas las portadas de los tomos se podía leer el siguiente aviso: “Relatos Gráficos para Adultos”. Y por si eso no fuera suficiente, se añadía aquello de “Edición Especial”. ¿Cómo? ¿Relatos para adultos, edición especial? ¿Por qué para adultos y porque especial? ¡Esos tebeos tenían que caer en mis manos! Además, esas portadas eran sencillamente maravillosas, te invitaban a que leyeras sus contenidos. En mi tierna infancia todavía no sabía que aquellos increíbles y sugestivos dibujos estaban realizados por un magnifico artista llamado López Espí, pero sí sabía que me gustaban mucho y que daban un aire “único” y más interesante al tomo.
            No obstante, cuando leía Vértice tanto del formato tomo como del formato cómic, pronto pude distinguir que los tomos, si bien la presentación era magnifica, poseían unos errores muy “extraños”. Al ser más pequeños, las viñetas de las historias fueron burdamente retocadas, colocadas normalmente dos, tres o cuatro por página en un intento de alargar los episodios para alcanzar las ciento veintiocho páginas de los que solía constar cada tomo. Esto traía unas consecuencias inmediatas: al retocar la viñeta original se desfiguraba el dibujo. Al ampliar la viñeta se creaban inmensos vacíos en los fondos y en ocasiones se notaba que una mano, no la del dibujante americano, había añadido continuaciones en los dibujos de forma chapucera. Hasta para el ojo de un niño aquel era un error muy evidente. Cuando comparabas un tomo con un cómic a formato original, la misma historia, veías que en el formato original el dibujo era mucho mejor. Esto no quitó que los tomos Vértice fueran muy buscados y solicitados por los coleccionistas, sobre todo por los adolescentes de la época, ya que aquello de “Relatos Gráficos para Adultos” les convertía en un material con más “clase” que el vulgar tebeo; ¡aunque fuera del mismo superhéroe!
           Como digo, no sé cuales fueron mis primeros cómics Marvel leídos, pero sí sé que mi favorito era Spiderman, seguido muy de cerca por Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores y ya más alejado La Patrulla-X (faltaban años para la llegada de Claremont). De Conan el bárbaro hablaré en otro momento, se merece toda una entrada para él solito. Tenía dos amigos, más mayores que yo, que coleccionaban cómics Vértice. Lamentablemente no me acuerdo de sus nombres, pero al menos mantengo vivos los recuerdos en mi mente. Uno era el hijo de los vecinos de mi abuela, de la puerta de al lado. Este chico solía comprarse los tomos Vértice y cada vez que iba de visita a casa de mi abuela era normal que terminara leyendo uno o dos tomos. El otro amigo era un vecino del bloque de pisos enfrente de mi casa, que se compraba los Vértice del Volumen 2. En ocasiones, por la tarde, tras venir de la escuela, subía a su casa y nos cambiamos los tebeos y pasábamos tardes enteras tirados los dos en el patio central del bloque leyendo en completo silencio los cómics.

Marvel vs DC vs… ¿un ladrón que dispara telarañas con una pistola, un guantelete que camina solo, un gorila gigante que en realidad es un robot…? ¿Esto qué es lo qué es?

            En España también se publicaban otros cómics de superhéroes, nos referimos a los de la editorial americana DC y a los famosos Superman, Batman, Linterna Verde, Aquaman y otros. Vértice publicaba casi exclusivamente material Marvel, así que el material de DC nos venía de la mano de otra editorial, la mexicana Novaro. Eran ediciones muy cuidadas, con el formato original y respetando las numeraciones y cronologías. También se publicaban, en un principio, en blanco y negro, al menos en España, por el motivo de siempre: los costes. Hay que asumir que España no era un mercado boyante por esos tiempos, y que invertir mucho dinero en empresas tan etéreas como las publicaciones de tebeos era un enorme riesgo. Sacar los tebeos en color, al menos los llegados de otros países, era encarecer en gran medida el precio del ejemplar y con eso lo único que se conseguía era que no se vendiera. Durante muchos años los lectores pensábamos que los comics de superhéroes eran así, en blanco y negro, y nunca nos pudimos imaginar que eran en color. Recordad: no existía Internet, ni los ordenadores, ni los teléfonos móviles, ni las tiendas especializadas, ni nada de las frikerias que hay hoy en día.
            Pero los cómics de mi niñez poseían una magia especial. Era algo que se salía de lo previsto, nada que ver con lo que se estaba acostumbrado a leer. Además, aunque ahora no lo parezca, ciertos dibujantes ganaban mucho más al blanco y negro que a color. Por ejemplo John Buscema, Jack Kirby, Steve Ditko… Los guiones eran deslumbrantes, con héroes muy “humanos”, llenos de dudas, cometían errores, ¡incluso perdían las peleas con los villanos! Por si fuera poco todo esto, encima, al final de cada tebeo solía venir una historia corta de terror o ciencia-ficción que eran una delicia, y en la contraportada historias de humor o chistes gráficos, de los que mis favoritos eran los relacionados con Tumbita (venga, a levantar la mano quienes sepan de quien hablo). Vértice no solamente publicaba material de Marvel, también de otras editoriales, británicas algunas. De aquellas colecciones recuerdo con mayor interés las de Mytek el poderoso, un gorila gigante que en realidad era un robot; Zarpa de acero… er, sí, un guantelete de una armadura que se movía solo; Kelly ojo mágico, un personaje que poseía una gema que le confería ciertos poderes… Pero de todos aquellos de quien más me acuerdo era de un personaje que se llamaba Spider, el hombre araña, y que era una especie de ladrón de guante blanco armado con increíbles armas y aparatos y que se parecía sospechosamente al señor Spock.
           
Era Spider un personaje que me traía por el camino de la amargura, porque me confundía bastante. Claro, yo era un zagal pequeño que no entendía de editoriales ni zarandajas. Para mí, Spiderman era Spiderman, y un tío que se llamaba Spider el hombre araña debía ser el mismo Peter Parker, ¿o no? Llegaba a casa con mi tomo, lo abría, comenzaba a leer y decía: “¡Porras! ¿Dónde está Spiderman? ¿Quién es este tío petardo?”. Y es que lo tenía bien claro: a mí me gustaban los cómics de Marvel. Y para que comprendáis lo que quiero decir, os pondré el ejemplo de nuestro amistoso vecino arácnido.
            Para empezar, nada más abrir el tebeo te encontrabas con aquello de “Stan Lee presenta…” y ya sabías que lo ibas a pasar pipa con la lectura. Y es que Stan Lee era un genio y cómic guionizado por él nunca defraudaba. Luego seguías las peripecias y aventuras de Spiderman, que era un adolescente de dieciséis años e impopular en el instituto, que apenas tenía dinero y se debía escapar de casa para pegarse de leches contra los villanos. Esas historias eran maravillosas, genialmente ilustradas por un soberbio Steve Ditko que encajaba a la perfección con las historias de Stan Lee. Y uno terminaba de leer el cómic y lo volvía a leer otra vez absorbiendo los detalles tanto de los diálogos como de los dibujos. Y luego quedaban otras maravillas. Vértice publicaba colecciones como Súper Héroes, donde te encontrabas aventuras de héroes tan dispares como Kull el conquistador, El Motorista Fantasma, Thongor, Warlock y muchos más. Y lo mejor: ¡aventuras de Spiderman con otros héroes tales como la Antorcha Humana! Jope, que gozada… 















¡Llega el color!

            Todavía quedaba una sorpresa más que descubrir, algo que cambió mi concepto de los cómics en general: el tebeo a color. Aquí sí que me acuerdo del primer cómic de súper héroes a color que leí. Una tarde, de verano, mi amigo, el vecino, me invitó a subir a su casa a leer un cómic del Capitán América. Me comentó que era especial y mientras subía las escaleras del portal ya ardía en deseos de leerlo. ¿Por qué sería especial? No tardé en descubrirlo. Abrí la portada y quedé impresionado. ¡Era en color! ¡Imaginaos! Mi primer cómic Marvel en color, allí estaba el Capitán América, rojo, blanco y azul. Todas las páginas eran a color. Qué maravilla, que revelación. Así que, después de todo, los cómics americanos eran en color. Fue Vértice, una vez más, quien se volvió a adelantar a todos y durante un breve tiempo, antes de su cierre, publicó unos cuantos números a color. Ya nada volvería a ser igual. Con el color los personajes se hicieron todavía más grandes, pero también más llamativos, menos “reales”. El blanco y negro les confería cierta solemnidad y gravedad que el color les negaba, pero, así fueron siempre.
            Siempre tendré a los cómics Marvel de Vértice como un recuerdo imborrable de mi niñez. Innumerables fueron las horas que pasé leyendo esas historias, evadiéndome de los problemas de un Madrid muy difícil de tratar por entonces. Fueron mis mejores tebeos, los que me hicieron soñar. Pero todavía quedaba algo más increíble de lo que hablaré en la próxima entrega de mis Crónicas Frikis. Me refiero a cierto cimmerio de melena negra y poderosa espada. Y luego los cómics Bruguera y la salida de una nueva editorial que marcó el pistoletazo para mi etapa, ahora sí, de coleccionista: Ediciones Fórum. Todo ello aquí, en estas Crónicas. Nos vemos…    



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