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Soy Juan Carlos y espero que te guste lo que vas a encontrar.

lunes, 14 de octubre de 2013

CRÓNICAS DE UN FRIKI, PRESENTACIÓN

CRÓNICAS DE UN FRIKI


Presentación

            ¿Qué son crónicas de un friki? Pues casi la historia de mi vida como individuo enganchado a una serie de aficiones que me han marcado como persona y forman parte indivisible de mi personalidad. Muchas de estas aficiones me han venido de pequeño, heredadas de segundas personas, bien mi madre, muchas de ellas, o de parientes y amigos. Otras aficiones las he ido adquiriendo a lo largo de mi vida, pero con el denominador común que unas suelen ser la consecuencia directa de otras. Es decir, que dudo mucho que sin gustarme el cine me hubieran encantando las series de televisión o que sin gustarme el TENTE me hubiera enganchado vilmente a las miniaturas de Warhammer 40.000. Creo que está muy claro lo que quiero explicar.
            En cuanto al porque de escribir estas crónicas lo hago por unos motivos claros:
1-Compartir experiencias e historias con los lectores. No se trata de agrandar el ego, los escritores tenemos bastante de ello, pero afortunadamente la gran mayoría sabemos controlarlo perfectamente. No, no se trata de eso, es compartir momentos maravillosos en la vida de uno que es más que posible que a ti, oh, amable lector, te haga pensar aquello de “vaya, yo también he pasado por lo mismo”, o al menos algo muy parecido.
2-Seguir practicando con la escritura. Un escritor tiene que trabajar en sus historias, pero también escribir cosas simplemente por el afán de mejorar, y eso se consigue cuando trabajas en algo que te relaja, te hace pasar un buen rato y ayuda a expresar sentimientos e intenciones que tienes dentro. Y no hay sentimientos más poderosos e influyentes que los que guardamos en nuestro interior, con aquellos relacionados con nuestros recuerdos de la infancia o adolescencia, con esos momentos mágicos que hemos tenido en ciertas ocasiones especiales. En mi caso, muchas de esas ocasiones especiales están relacionadas con mis aficiones. Friki total, lo sé, no hay más que leer el título. O sea, que por practicar, ¿está claro?
3-Un viaje a la nostalgia. Retrotraerse a la niñez es muy bueno, es algo sano para el individuo, pues posiblemente siendo niños es cuando, dentro de nuestra vida, hemos sido más sanos, amables e ingenuos (a no ser que hayas sido Damien redivido y poseído), en una mezcla que nos ha hecho mirar el mundo de otra manera. Si además hemos sido niños de enorme imaginación, mente abierta y hemos tenido aficiones algo diferentes a las de los demás, entonces dichos momentos habrán sido más intensos y nos habrán marcado más, para bien o para mal. Es mi intención que Crónicas de un friki te hagan volver a esos momentos o, como mínimo, que sonrías cuando leas los capítulos.
4-Ey, tengo que crear entradas para el blog, y no siempre voy a estar escribiendo artículos o historias, de vez en cuando me gusta escribir algo divertido.
5-Un homenaje a todos los frikis de todas las condiciones y gustos. Porque somos los frikis quienes conseguimos que los unicornios, los OVNIS, los elfos, los dragones, los tesoros de piratas y muchas más cosas existan realmente. ¿No lo crees así? Pues date un paseo por alguna de las casas de los frikis más acérrimos que existen y me lo cuentas…
           Crónicas de un friki, además, sirve como complemento perfecto para las Crónicas Lupinas, que aparte de leerlas aquí también puedes hacerlo en el foro EL OJO DEL TERROR, foro que pertenece a la asociación a la que ayudé a crear. Y, por si fuera poco, si deseas conocer mi lado más oscuro, perverso y miserable, entonces no te puedes perder los diferentes capítulos, de estas, mis crónicas, y sabrás porque, inevitablemente, lo mío era terminar contando historias. Estaba escrito, otra cosa es que quisiera hacerlo o no, pero finalmente este es el camino que he elegido. Me considero afortunado, pues soy de esas pocas personas que al menos ha tenido elección.
            Cada capítulo, o entrada de blog, estará dedicado a una de mis aficiones. A lo largo de la vida he tenido unas cuantas, algunas ya las he dejado de lado, otras han evolucionado y aquellas me siguen acompañando. Hay que tener en cuenta que he atravesado tres etapas claves en la Historia de la España actual en cuanto al tema de las aficiones, que son la década de los 70, 80 y 90 del siglo XX. Y digo claves en el tema de las aficiones pues es cuando España se abría al resto del mundo claramente, entrando el mundo en tromba en la piel de toro. Seamos claros, frikis los ha habido siempre, pero antes no tenías tanta variedad y tampoco te dejaban tenerla. Y no es porque hubiera un tío en el poder empeñado en hacer pantanos que, mira por donde, han resultado muy útiles, o una censura que cortaba por lo sano todo aquello que tuviera el poder de hacernos pensar por nosotros mismos (que eso, antes y ahora, es algo que nunca desean los que mandan). Es porque las condiciones y el medio social e histórico limitan en cuanto a las aficiones. Los tiempos modernos han dado al hombre más tiempo libre y la posibilidad de crear nuevas cosas, por tanto, es lógico que se creen nuevas aficiones y, sobre todo, se puedan disfrutar de ellas.
             Mi abuelo Julián, por parte paterna, de quien guardo gratos recuerdos, vivía en un pequeño pueblo de Guadalajara, Alcocer, dueño de tierras, animales de granja y corrales. Mis recuerdos de él, de cuando veraneaba en el pueblo, era de verle siempre trabajando de sol a sol, con una azada en la mano y en la otra las riendas de la mula o del burro. Su cara siempre era arrugada, da igual que yo tuviera cinco o doce años, siempre le recuerdo con sus arrugas profundas y su rostro bronceado y sincero. Era más fuerte que un roble y más tozudo que sus mulas, pero no tenía aficiones, y no las tenía porque no podía. Porque se debía trabajar y no había tiempo para nada. Y no os creáis que en las ciudades era mucho mejor, no. Podías tener un poco más de tiempo libre, quizás el trabajo fuera menos duro (no sé, la construcción es bien jodida), pero no te servía de mucho. Es decir, claro que existían las aficiones, pero eran las tradicionales: el fútbol, las mariposas, los sellos, los libros, el cine… Si te desmarcabas de esas aficiones eras considerado “bicho raro”, y en esos tiempos era un estigma demasiado poderoso que marcaba a las personas en su entorno y relaciones sociales para siempre. No es que ahora no se sigan marcando a las personas con diferentes tendencias, pero al menos se toleran un poco más ciertas aficiones y otras ya han sido completamente aceptadas.
            Pero cuando yo era un adolescente el leer tebeos (cómics se les llama ahora) estaba muy mal visto, sobre todo por parte de las mujeres, porque se decía que los cómics, o tebeos, eran para niños, no para adultos. Y si tenías dieciséis años y seguías leyendo cómics de Spiderman, Mortadelo y Filemón, y no te digo Los Pitufos, se suponía que eras un inmaduro, tonto y/o poseías algún problema mental, así de claro. Si en vez de corretear por el campo tras mariposas para tu colección (que también se consideraba algo “raro”) te daba por, no sé, coleccionar botes de refresco o sus chapas, eras el tonto del pueblo y como tal te quedabas para siempre. Qué tiempos aquellos…
            Gracias a Dios no pasé por situaciones tan dramáticas como las que ejemplarizo, pero existir, existían, oigan, que he sido testigo de ellas, pero si me libré de sus peores consecuencias fue por eso: infancia en los 70, adolescencia en los 80 y entrando en la edad adulta (que no madurez, no confundamos) en los 90. Cuando ya llegué a los treinta años, esplendor del friki, la inmensa mayoría de las aficiones que seguía ya estaban totalmente implantadas en la sociedad española. Muchos de los que pocos años antes me hubieran condenado a las llamas purificadoras de la hoguera ahora seguían las mismas aficiones que mi menda. Aunque otras cosas seguían siendo muy difíciles de llevar, como el ser jugador de rol, de lo que hablaré en su capítulo correspondiente. Y los que hayan sufrido los tiempos del crimen del Rol saben de lo que hablo.
            La década de los 70 vio la llegada de juguetes de otras fronteras a España, con la apertura del régimen dictatorial (un poco de apertura, no crean) y los nuevos pelotazos económicos basados en el turismo y en la economía del ladrillo y la construcción (que no hemos inventado nada nuevo) las familias españolas podían regalar a sus hijos las nuevas cosas “raras” que entraban de fuera o las que inventaban los empresarios de aquí, que para el ingenio siempre hemos sido muy vivos, para lo bueno y lo malo. Con los 80 y la “modernez”, junto con la movida y la música disco, más y más aficiones continuaron su marcha imparable; comenzaban a verse los primeros juegos de mesa más allá del parchís y la oca, los primeros juegos de consolas (ah, el Spectrum…) y la entrada masiva de colecciones de todo tipo. Los 90 se caracterizaron por el éxito masivo e increíble de las consolas y los video-juegos, así como la edad dorada de los juegos de rol hasta la llegada de los infumables juegos de cartas. Pero de todo esto, oh, lector, hablaré en mis crónicas.
            Te doy la bienvenida y adéntrate en el mundo perverso, oscuro y lleno de insidiosos secretos del friki. Entra por tu propia voluntad.





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