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domingo, 18 de noviembre de 2012

CRÓNICAS LUPINAS IX



 
CAPÍTULO IX. La gestación del club, 4ª parte.
Ya tenemos bólteres, ¿y ahora qué?

Creado “El Ojo del Terror” de manera legal, constituido con los estatutos y por la gracia divina del Emperador, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Getafe, con nuestra sala preparada, ya sólo nos quedaba la siguiente pregunta: ¿cuándo empezar a jugar? Pues ya mismo. Aunque la verdad es que durante el proceso de la creación de la asociación nunca dejamos de hacerlo, pero siempre con la sensación de que nos podían dejar sin sala en cualquier momento. Ahora ya no, ahora el Emperador velaba por nosotros y podíamos llevar a cabo nuestras conspiraciones con total seguridad. Terminado el rollo de la burocracia, los cuatro jinetes del Apocalipsis —Maikel, Dani, Soriano y yo— decidimos que era hora de poner dinero para comprar otras cosas, entre ellas un tapete.
Dicho y hecho, porque el tapete de plástico del juego de mesa “BattleMaster” se nos quedaba pequeño. Pusimos dinero y compré el tapete en una tienda de Fuenlabrada que ya no existe y aunque nos costó caro, la verdad es que tanto el tapete como la pelusilla eran de muy buena calidad. En realidad era un tapiz para forrar paredes o suelos, pero era increíble tanto en el color, verde césped oscuro, como en el grosor. Este tapete se llegó a convertir con el tiempo en algo mítico, pues estuvo a nuestro lado durante años, hasta que en unas obras que hicieron a cabo en el Centro Cívico lo perdimos, bien porque los obreros lo tiraron, o porque nos lo robaran, teoría esta última a la que me apunto. Como escenografía utilizábamos en su mayor parte la que nos entró en la caja básica de Warhammer 40.000 2ª edición, que eran unas ruinas de cartón duro, pero que sirvieron durante un tiempo a nuestros propósitos con efectividad. Grandes batallas libramos entre las dichas ruinas. Poco a poco fuimos trayendo otras cosas, hicimos en una tarde varias colinas simples de corcho blanco y césped ferroviario, y cada uno trajo lo que tenía en casa y más o menos podía servir como escenografía. Poco a poco, el club iba tomando forma.
El problema era que siendo cuatro, la cosa era un poco aburrida, porque nos tiramos semanas jugando los unos contra los otros hasta el punto que casi podíamos adivinar las listas de ejército que el contrario nos iba a sacar. Era imperativo que buscáramos socios, aunque, ¿cómo? Por experiencia personal, sabíamos que no era tan fácil como parecía, porque unos meses atrás, antes de tener la sala, el grupo de jugadores de rol, al que yo pertenecía, tuvimos similar problema y decidimos buscar jugadores para las partidas. Llegamos a poner carteles por las tiendas de comics e incluso a poner un anuncio en el periódico, pero lo único que conseguimos fueron insultos en el contestador automático del teléfono (no, no existía por entonces el correo electrónico, ¡ni móvil!) y perder el tiempo; no queríamos que nos pasara lo mismo. Lo que hicimos, creo recordar, que esos fueron tiempos remotos, llenos de penumbras y leyendas entremezcladas con verdades, de hazañas épicas que se han convertido en mitos, fue ir a las tiendas y hacer correr la voz de que un nuevo club de Warhammer se había fundado (porque, ojo, no solo era de W40K, sino también de Warhammer Fantasy).
Antes nos ocurrió una cosa que parecía que podía ser el fin del club recién fundado. Juanma se nos acercó una tarde y nos comentó que el Ayuntamiento había cedido la planta de arriba a la radio local para que montaran sus instalaciones. Eso significaba que nos quedábamos sin sala para jugar y posiblemente sin club. ¡Qué gran contrariedad, por el Emperador! Recién comenzábamos a despegar y ya nos abortaban el vuelo. ¿Qué hacer? ¿Cómo nos podían hacer esto? Juanma movió todos los hilos y contactos para que no nos largaran de la sala, pero ante el todopoderoso Ayuntamiento y su hipocresía habíamos topado y la cosa no nos pintaba muy bien. Una solución que nos ofrecieron fue una fusión con otro club de rol y wargames: Lobos del Averno. A pesar de su nombre cañero, conocíamos de sobra a sus integrantes y no queríamos saber nada de ellos. De hecho, fueron una de las causas de llevarnos a crear nuestro propio club, porque eran personas conflictivas, no sólo en su manera de jugar y de entender el concepto de jugar para divertirse, sino en otras cuestiones que no vamos a explicar aquí. También no te podías fiar de ellos a la hora de realizar actividades, ya que tendían a fallar bastante. En la actualidad, los Lobos del Averno se han asentado como grupo de personas con nuevos componentes y ya son buenos compañeros (algunos incluso se han hecho socios del Ojo del Terror). Volviendo al tema, pasamos unas cuantas semanas bastantes preocupados, porque ya nos imaginábamos buscando de nuevo una sala en otro centro, porque Juanma, a pesar de que hizo lo imposible, no lograba encontrar una solución; debíamos haber supuesto que el Emperador protege y no nos iba a abandonar.
Gracias a Juanma y su incansable labor (a este hombre algún día le haremos una estatua), tuvimos una nueva opción: se nos daría otra sala del mismo Centro Cívico. Por un lado suspiramos de alivio, pero el otro nos sentimos molestos, porque le habíamos cogido cariño a la sala, rodeada de ventanas, con mucha iluminación y dando a la terraza; además, tendríamos que mover todas las cosas. Pero nuestras quejas se callaron cuando descubrimos la nueva sala: la sala 2.1, la sala que se convertiría con el paso del tiempo en el icono del club. ¡Por el Emperador y Crom que todo lo vigila! La nueva sala era mucho más grande, con la posibilidad de tener más armarios. Imaginad la sala únicamente para cuatro personas, era mucho más de lo que podíamos imaginar. No sólo eso, además se nos brindaba la ocasión de utilizar la sala de los Lobos del Averno si la necesitábamos para nuestras actividades. Por fin la suerte parecía que nos sonreía. Ya sólo quedaba entonces la cuestión de encontrar nuevos socios.
Pero antes, y aunque el tema ya lo habíamos tratado cuando el papeleo para gestionar el nacimiento del Ojo del Terror, organizamos nuestra primera reunión oficial con carácter ordinario y rubricamos en el Libro de Actas los cargos que íbamos a tomar los miembros fundadores. La cosa quedó así:
Presidente. Dani.
Vicepresidente: mi menda
Secretario: Sori
Tesorero: Maikel.
Más adelante Dani decidió que no quería ser presidente, pues no tenía tiempo suficiente y el cargo pasó a mi, que lo mantuve durante mucho tiempo hasta que circunstancias mayores me obligaron a dejarlo, pero eso ya lo contaremos en su momento. Constituida la Junta Directiva, lo siguiente era encontrar socios. Que tardaron en llegar, pues aunque algunas personas se pasaron por la sala para ver, cotillear o interesarse por el club, no lográbamos que ninguno se quedara. La verdad es que todavía teníamos poco que ofrecer, sin apenas escenografía y sólo cuatro personas, jugando además a W40K cuando lo que por aquel entonces lo que realmente arrasaba era el Warhammer Fantasy.
En fin, así estuvimos un buen tiempo, hasta que por fin apareció el primer socio, que bien podría dar su nombre, pero no lo haré porque no supuso gran cosa en el devenir de los acontecimientos. Quiero decir, que estuvo un par de meses y ya no supimos más de él. Del que sí quiero dejar constancia es del siguiente socio que entró a formar parte de nuestro club: un tal Iván Montejano Rodríguez, socio nº 2. Con ese nombre puede que no le conozcáis, pero tal vez con el de Necros os sea familiar. Con esto os quiero decir que Iván es el socio más antiguo del Ojo del Terror en activo, quitando a los miembros fundadores, claro está. Iván al principio no se involucró demasiado en la marcha del club, pero, consciente o inconscientemente, trajo consigo dos acciones que dejarían huella para siempre. Paso a explicar. Iván jugaba sobre todo a Fantasy, y su ejército era el de los No Muertos; ya no me acuerdo si por entonces le daba al W40K, pero en todo caso que él mismo me lo confirme. Como no teníamos otros jugadores de Fantasy, Iván se tuvo que buscar las castañas para traer otros jugadores que le dieran al vicio, y no sé como lo hizo, pero atrajo a otros socios que se nos convirtieron en amigos y personas muy importantes. Hablo por ejemplo de Miguel Tortosa Padilla, socio nº 10, que por entonces llevaba Ultramarines, antes de que se diera un golpe en la cabeza y se pasara a los Eldars, y el Imperio en Fantasy. Raúl Torrijos García, socio nº 17, con sus Enanos para el Fantasy; más tarde se haría Eldars Oscuros para el W40K hasta que vio la luz y se hizo la sufrida Guardia Imperial y en la actualidad lleva a los orgullosos Ultramarines. Fueron un grupo de chavales muy jóvenes, pero que muy jóvenes, y con ellos también vinieron otros socios que ya no están, pero que en su momento fueron muy importantes, como Ismael y Guillermo Rodea Palomares, Javier Gutiérrez, Israel Aparicio y otros tantos. Esta fue la primera oleada de socios increíbles; con el tiempo llegarían nuevos relevos.
La segunda cuestión relacionada con Iván fue, que nada más entrar al club, nos vino una tarde con un par de cosillas que cedió como escenografía; por cierto, que a día de hoy siguen con nosotros y las tengo mucho cariño. Eran una casita medieval de Fantasy, y dos setos hechos con estropajo y palos de helados, todo muy bien pintado. La verdad que esos elementos los hemos utilizado para jugar también al W40K, pero lo importante es que me llamaron mucho la atención la forma en que Iván lo hizo todo, la aparente facilidad y sobre todo lo diferente que era jugar con algo así en vez de con ruinas de cartón. En mi interior volví a sentir al lobo rugir y aullar; me había nacido la fiebre por la escenografía.
Continuará…

También puedes seguir las Crónicas Lupinas en el Foro de la asociación Ojo del Terror.Crónicas Lupinas están escritas por Juan Carlos Sánchez Clemares y debidamente registradas a su nombre (así que ojito o Crom te puede patear el trasero).